La semana pasada fui invitada por la JONDE, la Joven Orquesta Nacional de España, a atender y preparar los primeros violines para dos conciertos.
Pasé tres días muy especiales con personas jóvenes maravillosas, los cuales me impresionaron muy positivamente y me hicieron reflexionar sobre muchas cosas.
Estos tres días me hicieron reconocer claramente una nueva generación de músicos. ¡Una nueva generación que está preparada para soltar viejos esquemas de competitividad, envidia y poder, y que prefieren entregarse a su vocación y su amor por la Música!
Esto se pudo ver no únicamente en una fuerte voluntad de hacer Música juntos al más alto nivel, si no también en el trato humano entre ellos.
Este grupo estaba llevado por un amor, una comprensión y un alegrarse el uno del otro de una manera que no lo había vivido nunca con tal intensidad.
¡El resultado musical se correspondía con ello!
¡Éstas son las nuevas energías que necesitamos urgentemente, ésta es la esperanza que tengo para el futuro musical, para la próxima generación de músicos!
Pero, ¿quién asume la responsabilidad de hacer ello posible?
¿No se oye una y otra vez que la próxima generación es responsable de mejorar “el mundo”? Esta es la misión de la juventud, ponemos toda nuestra esperanza en la juventud…
Sólo estoy de acuerdo en parte con esta afirmación.
¡Yo creo que la mayor parte de la responsabilidad la tenemos nosotros, la generación anterior!
Nosotros somos los que debemos crear un espacio a cada nueva generación para poder continuar elevando, viviendo y desarrollando estas nuevas posibilidades, estas nuevas energías que estas personas ya tienen al venir al mundo.
¡No puede ser que todo lo que nosotros debimos experimentar en nuestras vidas se lo endosemos hoy a estas “nuevas” personas, que los atraigamos a nuestra “vieja frecuencia”, a fin de que deban tener dudosas experiencias, las cuales nosotros, en nuestro proceso de desarrollo, ya hace tiempo que tendríamos que haber ya transformado y superado!
Mostrarse decepcionado de la juventud tiene que ver, según mi opinión, con que nosotros, la “vieja” generación, no nos abrimos a afrontar nuestros propios traumas, y creemos que superarlos es cosa de la siguiente.
Mi visión personal del tan discutido conflicto de generaciones…
La vida es continuo intercambio; si damos a la siguiente generación la base, la confianza, el reconocimiento y la fe de crear una nueva Humanidad, entonces ellos tendrán la posibilidad de inclinarse con respeto delante todas las generaciones anteriores que se han propuesto atravesar graves conflictos, perdonarse y de esta manera elevar paso a paso la Energía.
Estos jóvenes que tuve la ocasión de conocer lo han conseguido, y sé que esta experiencia compartida la llevarán en sus corazones, y que abrirán a sus hijos nuevas y más grandes puertas de luz.
Gracias a Samuel, Elsa, Raquel, Silvia, Carlos, Marina, David und Daniel! (de izquierda a derecha)